Hoy quiero hablaros de unas sustancias imprescindibles para
nuestra vida y para el mantenimiento de una buena salud. Se trata de las
enzimas.
Las enzimas son moléculas proteicas que regulan todos los
procesos químicos del cuerpo. Como nutrientes, son del grupo llamado
catalizadores, o sea, reguladores. Son la clave de la salud, pues su equilibrio
mantiene la armonía del metabolismo.
Existen más de tres mil enzimas conocidas, y aún se
están descubriendo nuevas.
¿Qué funciones cumplen en el cuerpo? Entre otras, la
digestión de los alimentos, las contracciones musculares que permiten el
movimiento, facilitar las conexiones nerviosas, el equilibrio homeostático, la
generación de energía y la reproducción celular. Como veis, allí donde hay
actividad vital, allí están las enzimas, como coordinadoras del proceso.
¿Dónde se producen?
Las enzimas son sintetizadas en diversos órganos del cuerpo,
pero también las asimilamos con los alimentos. Es importante llevar una dieta
rica en enzimas, porque con la edad, el organismo pierde capacidad para generar
enzimas. Una bajada en la producción enzimática pude ocasionar problemas
digestivos, metabólicos, y otros trastornos.
¿Dónde encontramos enzimas? En muchos alimentos, sobre todo
vegetales, pero siempre crudos. Hay que saber que las enzimas se degradan
rápidamente con el calor. Todo alimento cocinado a más de 48 ºC pierde las
enzimas. Por tanto, un plato de verdura cocida, por muy apetitoso que sea, no
contiene enzimas. De ahí la importancia de introducir vegetales crudos en la
dieta: frutas, ensaladas, jugos y licuados… Los licuados son especialmente
ricos en enzimas, pues además, al romperse las fibras de celulosa los
nutrientes son liberados en el jugo y el cuerpo los asimila de inmediato. Por
eso se dice que una terapia de jugos es una super-alimentación. Especialmente
es aconsejable en verano y en los cambios de estación.
Alimentos ricos en enzimas son todas las frutas y verduras, los
cereales integrales, las legumbres, las semillas oleaginosas y los fermentados
como el chucrut. Frutas como la piña y la papaya son especialmente ricas en enzimas
que ayudan a la digestión. Un alimento que contiene muchísimas enzimas de
calidad es el huevo, siempre que se consuma crudo y de una manera razonable.
Por ejemplo, se puede batir y hacer una salsita con verduras. También se puede
escaldar, cuajando la clara y dejando cruda la yema.
La enzima prodigiosa
El doctor Hiromi Shinya, autor de los libros La
enzima prodigiosa y La enzima
rejuvenecedora, explica su experiencia como médico gastroenterólogo y resalta
la importancia de una dieta que potencie la producción de enzimas. Estos son
algunos de sus consejos:
- Adopta una dieta con esta proporción: 85 % de alimentos de origen vegetal (muchos cereales integrales, legumbres, verduras, frutas con moderación) y un 15 % de origen animal (básicamente pescado pequeño y huevo).
- Evita los lácteos, carnes rojas, carbohidratos refinados y grasas trans.
- Incorpora más crudos ―frutas, verduras, fermentados― y cereales integrales con legumbres y semillas.
- Cena ligero, si puede ser, entre 3 y 5 horas antes de dormir. Si puedes acostarte con el estómago vacío, mucho mejor. Si tienes hambre toma unas frutas una hora antes de dormir.
- Bebe abundante agua filtrada, no del grifo.
Este médico es considerado una autoridad en la endoscopia gastrointestinal,
incluso inventó un sistema exploratorio que es el que se utiliza actualmente.
Trabaja en USA y en Japón, donde es el médico de la familia imperial japonesa.
Sus libros son amenos, pedagógicos y están basados en su amplísima experiencia.
Tiene más de setenta años y una vitalidad asombrosa que él atribuye a sus
hábitos de vida sana y a una alimentación tal como la describe en sus libros.
En más de treinta años no ha conocido enfermedad alguna. ¡Vale la pena leerlo!
Ojos y enzimas
Di con los libros de Hiromi Shinya y me empecé a interesar
por las enzimas cuando supe del papel tan importante que tienen en la
regeneración de los tejidos. Las enzimas también tienen que ver con el proceso
de la visión. Por ejemplo, hay dos enzimas distintas y muy concretas que
regulan la manera en que las células de la retina recogen la luz y la
transforman en señales que se envían al cerebro. Los fotorreceptores de la
retina ―las células llamadas
conos y bastones― segregan
unas enzimas que se unen con otras moléculas mensajeras, generando un flujo de
información hacia el cerebro.
En este enlace podéis leer más sobre el tema.
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