domingo, 4 de mayo de 2014

Ácido y alcalino

Quizás muchos habréis oído la importancia del equilibrio ácido-alcalino en el cuerpo humano. Para los que no, intentaré explicarlo de forma sencilla.

El cuerpo posee unos valores constantes, necesarios para vivir: por ejemplo, la temperatura corporal, que debe estar aproximadamente entre 36 y 37 ºC. Otra constante es el PH o grado de acidez, que en términos químicos significa el potencial de hidrógeno que tienen los fluidos del organismo. Se mide en una escala de 0 a 14. Por debajo de 7 se considera ácido, por encima de 7 es alcalino. 7 es neutro.

La sangre siempre debe tener el mismo PH, entre 7,35 y 7,45. Las restantes partes del cuerpo deben conservar sus valores idóneos para realizar su función. Por ejemplo, la bilis es alcalina, y los jugos del estómago son muy ácidos. Si el corazón se acidifica, deja de funcionar.

Los detractores o escépticos de la teoría ácido-alcalino dicen que el cuerpo siempre mantiene sus constantes, de modo que no tiene sentido hablar de “cuerpo acidificado” o de “alcalinizar” el cuerpo. Claro que esos valores se mantienen, ¡de lo contrario moriríamos! Pero la cuestión es: ¿qué debe hacer el cuerpo para mantenerlos? Si por diversos motivos nuestro cuerpo recibe o segrega más ácido y este invade la sangre, el esfuerzo que deben hacer los órganos para contrarrestar la acidez es enorme y conllevará un desgaste. Este desgaste, cuando se hace crónico, termina en enfermedades y trastornos varios, como veremos.

¿Por qué es importante que el medio sea alcalino?

Además de mantener los valores adecuados de cada parte del cuerpo, es importante que el medio intercelular sea alcalino. Este medio es el espacio entre células, donde se encuentra el tejido conjuntivo, y debe estar limpio y en condiciones. ¿Por qué? Porque aquí es donde se produce un intercambio vital: actúan unas moléculas llamadas electrolitos que transportan los nutrientes de la sangre a la célula. Son como los repartidores de comida a domicilio. Y luego transportan los desechos de la célula a la sangre, para ser eliminados. Son también como los basureros. Si el medio intercelular está en su PH correcto, hay suficientes repartidores y basureros, la célula está limpia y bien nutrida, los tejidos sanos. Pero si el medio intercelular se acidifica, el tejido conjuntivo se endurece y el medio se empobrece. Se alteran los electrolitos, quedan pocos o están poco activos, con lo cual el intercambio oxígeno-nutrientes-desechos no se hará bien. Las células empezarán a padecer hambre y a contaminarse con la acumulación de residuos. Retendrán agua para contrarrestar los ácidos, provocando una hinchazón. Terminarán envejeciendo, muriendo o degenerando en células tumorales.

Otros lugares donde se acumulan sustancias tóxicas y ácidos son las grasas corporales, las articulaciones y los músculos. De ahí que un cuerpo muy acidificado dé como síntomas dolores y problemas óseos y musculares.

¿Cómo se acidifica el cuerpo?

A través de elementos que entran de afuera: desde los contaminantes del aire que respiramos hasta los alimentos que ingerimos. También acidifican el cuerpo el estrés, las emociones negativas, la toma de fármacos y el impacto de radiaciones varias.

Nuestra dieta es en gran medida causa de acidez. ¿Qué alimentos son acidificantes? Los procesados y refinados: azúcares, harinas blancas, grasas hidrogenadas, conservas y embutidos (por sus aditivos conservantes), y en general todos los que puedan generar alguna intolerancia y alergia. Las carnes y los lácteos, si su toma es abundante y continuada, también acidifican, así como el alcohol.

El proceso de acidificación

La digestión de todos estos alimentos requiere un gran número de jugos y enzimas digestivas. El bolo digestivo, por tanto, será muy ácido. Esto requerirá, luego, mucha secreción biliar para alcalinizar la papilla que pasa al intestino, que no resiste tanta acidez. La bilis y el hígado trabajarán a tope para conservar el PH del cuerpo. Si esto ocurre ocasionalmente no pasa nada, pero si a diario estamos ingiriendo alimentos ricos en azúcares, grasas y harinas refinadas ―algo habitual en Occidente― llega un momento en que el sistema digestivo empezará a agotar sus reservas enzimáticas y el hígado y la bilis también. Entonces, ¿qué harán? Echar mano de otras reservas del cuerpo de donde obtener elementos para alcalinizar el medio. ¿Con qué elementos se fabrican los jugos alcalinizantes? Sobre todo con socio y también con calcio.

¿Dónde están las reservas de socio y calcio? La primera, en el estómago. Otra en el hígado. Finalmente, están los huesos. Por eso la dieta refinada empieza deteriorando el sistema digestivo y, a largo plazo, termina descalcificando el sistema óseo. La osteoporosis tan temida no es un efecto de la edad, sino de la acidez permanente.

Acidosis

Se llama así al estado del cuerpo que sufre un desgaste fuerte por tener que contrarrestar la acidez. La acidosis se manifiesta en forma de inflamación, temperatura elevada, acumulación de grasa sobre los órganos, hinchazón, dolores articulares y musculares, malas digestiones, flatulencias, problemas óseos y enfermedades degenerativas. Una de las consecuencias más graves de la acidosis es el cáncer. Muchas enfermedades asociadas a la edad también pueden ser debidas a la acidosis, entre ellas el Alzheimer, los problemas cardiovasculares, la fibromialgia y las dolencias neurodegenerativas.

Son muchos los médicos e investigadores que han comprobado que en un medio alcalino las células cancerosas, simplemente no pueden vivir. Mueren y se reabsorben. En cambio, en un medio ácido, virus, bacterias y células degeneradas proliferan a sus anchas.

Por tanto, alcalinizar el cuerpo no solo es curativo, sino preventivo y garantía de una buena salud.

Cuando alcalinizamos el cuerpo mediante una buena dieta, ejercicio, descanso y cambio de actitud mental ―paz interior, pensamiento positivo― ¿qué ocurre? Que, como el medio intercelular es cada vez más limpio, las células quedan bien nutridas y evacuan bien, por tanto, se mantienen sanas. Los tejidos se regeneran. El aspecto exterior de la persona rejuvenece. La piel cobra lozanía. Todo el funcionamiento del cuerpo mejora. Y se evitan infecciones y enfermedades.

A nivel visual, las delicadas células del ojo, que necesitan 20 veces más oxígeno que las del resto del cuerpo, agradecerán especialmente un medio limpio y alcalino. No son pocos los pacientes que han manifestado que una desintoxicación y un cambio de dieta les “aclara” la visión, literalmente.

¿Qué nos alcaliniza?

Sabiendo qué alimentos acidifican, adivinaréis cuáles son alcalinizantes. Básicamente todas las frutas y hortalizas. Y mejor si se ingieren frescas, crudas y de cultivo ecológico ―los pesticidas tóxicos acidifican―. Por eso existen terapias, como la terapia Gerson, que sanan el cáncer y otras enfermedades a base de jugos de frutas frescas, una cura de choque para desintoxicar y alcalinizar el cuerpo.

Especialmente ayudan a alcalinizar alimentos como el apio, el limón, la papaya, la zanahoria, el brócoli,  la col y las verduras de hoja verde ―espinacas, brotes―. Una buena costumbre es tomar el zumo de un limón, diluido en agua tibia, cada mañana, en ayunas. Las propiedades del limón y el bicarbonato, dos potentes alcalinizantes, están ampliamente demostradas como destructores de células tumorales. Algunos médicos honestos reconocen que son mucho más eficaces que la quimioterapia, y sin efectos secundarios.

Aunque no estemos enfermos, una dieta alcalinizante siempre es buena para mantener la salud, no sólo física sino anímica. Es asombroso cómo cambia el estado mental y emocional cuando seguimos una dieta sana. Esto es más llamativo aún en personas con depresiones y trastornos nerviosos o psiquiátricos, pues la alimentación alcalinizante facilita también unas buenas conexiones neuronales.
Leer más en la página del Doctor Norberto Feldman.

También os invito a ver el power point “Ácido y alcalino” que podéis encontrar en la columna derecha de este blog.

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