domingo, 2 de febrero de 2014

Grasas benéficas

Cuando hablamos de dietética las grasas suelen ser las malas de la película. Y es verdad que solemos consumir muchas grasas y muchas de ellas nos perjudican. Pero hay grasas buenas. Nuestro cuerpo tiene partes grasas y las necesita para realizar importantes funciones vitales.

Entre las grasas o lípidos se encuentran algunas que nuestro organismo genera a partir de lo que comemos. Pero otras no las puede formar, por tanto, hemos de ingerirlas con nuestra dieta habitual. Estas grasas son los llamados ácidos grasos esenciales. Son los famosos Omega 3, Omega 6 y Omega 9.

Para la mejora de la vista son imprescindibles los Omega 3, pero no cualquier Omega 3. Ahora hablaremos de ellos.

Antes que nada, es interesante saber que las células de nuestro cerebro están formadas en gran parte por grasas: un 45 % de ácido araquidónico (AA) que es un Omega 6 y un 35 % de ácido docosahexaenoico (DHA) que es un Omega 3. Además, las membranas protectoras de todas las células del cuerpo, incluidas las del ojo, están formadas mayoritariamente por grasas.

Problemas del exceso de grasas malas y carencia de Omega 3


¿Qué ocurre? Que con la dieta inadecuada, el estrés, la contaminación ambiental, etc., nuestro cuerpo no asimila suficientes Omega 3. En parte es porque no se digieren, y en parte porque no los consumimos en cantidad suficiente. Además, la ingesta de otro tipo de grasas, las saturadas, y el exceso de azúcares, hace que la membrana celular se vaya endureciendo. Con esto, ni deja entrar bien los nutrientes del exterior ni elimina bien los desechos del interior de la célula. La célula mal nutrida se va deteriorando, con lo que los tejidos también se estropean y la función de los órganos se resiente.

Esto, en tejidos delicados como el neuronal, o en el ojo, que está hecho del mismo tipo de tejido que el cerebro, tiene consecuencias nefastas que afectan la visión.

En los vasos sanguíneos el problema también es grave: el exceso de grasa saturada endurece las paredes de las venas y arterias, por un lado. Por otro, los grumos de lípidos flotan por la sangre se van acumulando en estas paredes, con lo que el paso de la sangre se estrecha, aumenta la presión y llegan menos nutrientes y oxígeno a los tejidos. Especialmente en las zonas periféricas, donde los vasos sanguíneos son muy estrechitos, este problema es serio, pues puede producirse una obstrucción fácilmente. Si no llega sangre a las células, estas envejecen, degeneran y mueren. Los vasos, endurecidos y obstruidos, pueden estallar, produciéndose una hemorragia interna. Si esto ocurre en el interior del ojo, que es lo que me pasó a mí, se puede perder mucha visión, produciéndose una retinopatía o una degeneración macular.

De los dos ácidos grasos que he mencionado, el AA ya lo tenemos en abundancia, pues se halla en los aceites vegetales, animales y en los frutos secos. El que ya no consumimos tanto es el DHA, presente en la grasa del pescado azul, sobre todo. Y este es el que más necesitamos.

¿Por qué necesitamos DHA? 


Para que las membranas celulares sean elásticas y resistentes, permitiendo a la vez el intercambio de nutrientes y desechos para un buen metabolismo de la célula. Célula sana equivale a tejido sano, órgano sano y cuerpo sano. Todo comienza a nivel celular. Y todo depende, como vemos, de la comida que tomamos.

El DHA también mantiene elásticos los vasos sanguíneos.

¿De dónde obtener este ácido DHA? Podemos comer pescado azul, una o dos veces por semana. Aunque sabemos que estos pescados a veces están seriamente contaminados con metales pesados y tóxicos, con lo que arreglamos una cosa pero estropeamos otra. Además, cuando tenemos carencias, el alimento normal no basta para aportar la cantidad necesaria de Omega 3. De ahí la importancia de los suplementos.

Pero, ¿sirve cualquier suplemento? En el mercado hay muchas perlas de aceite etiquetado como “Omega 3”. Pero no todas contienen el DHA que necesitamos, o lo contienen en una dosis mínima, de manera que apenas nos hacen efecto. Por eso, aunque parezca pesado, vale la pena mirar los ingredientes y la proporción y el tipo de Omega 3 que contienen. También es útil hablar con el herbolario o el farmacéutico y preguntarle qué producto es más efectivo, qué dicen los consumidores, de cuál están más satisfechos. No nos dejemos deslumbrar por la publicidad de los productos. Personalmente, si queréis saber más os recomiendo visitar esta página y conocer sus complementos, que tienen en cuenta todos estos aspectos: www.nua-dha.com. Los complementos están elaborados a partir de la investigación de la Dra.Mercedes Aguirre, bióloga, divulgadora científica y una autoridad reconocida en el campo de la nutrición.

El consumo regular y en dosis suficiente de este Omega 3 es beneficioso para:
  • El síndrome de ojo seco, irritado, cansado, expuesto a radiaciones, ordenador,  inclemencias meteorológicas, etc.
  • Los problemas de secreción de párpados, córnea, cristalino.
  • Las cataratas.
  • La degeneración macular, tanto húmeda como seca. ¡La mácula está formada en un 50 % de ácidos grasos esenciales!

Pero, además, los Omega 3 de origen marino (DHA, EPA) son beneficiosos para otras funciones del cuerpo, desde la salud muscular, trastornos neurológicos y de aprendizaje, inflamaciones, edemas, regulación del sistema cardiovascular, tensión arterial… Al mejorar las conexiones entre las neuronas, también ayudan en problemas de memoria, demencia, trastornos de conducta, depresiones, Alzheimer y enfermedades psiquiátricas.

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