miércoles, 11 de septiembre de 2013

Cambio de hábitos, fuerza de voluntad

Ahora voy a explicar qué cambios emprendí para iniciar este camino de curación. Debo recalcar que todos los médicos, lo primero que me decían era que vigilara con la hipertensión. Y esto iba relacionado con mi peso y mi alimentación.

Así que tomé unas decisiones, con firmeza. Mi amiga, la señora que se recuperó del cáncer, y mi amigo naturópata me dieron unas primeras pautas. Una doctora de confianza me aconsejó varios suplementos de vitaminas y oxígeno. Se trataba, no solo de mi ojo, sino de curar mi cuerpo entero, pues el derrame ocular no fue sino el síntoma de un estado general de mucho riesgo. Necesitaba una desintoxicación interna y una mejor nutrición.

Lo primero que hice fue eliminar una serie de alimentos que siempre había consumido. Noté que realmente son adictivos, pues me costó dejarlos. Fueron: la Coca Cola, los embutidos, los cocidos con mucha grasa y “sustancia”, el pan blanco y la sal. Siempre me gustó comer bien salado, y tuve que acostumbrarme a descubrir el sabor de los alimentos sin sal o con muy poca.

Mis desayunos cambiaron radicalmente: comencé a tomar frutas, sobre todo piña, en los comienzos, y luego fruta del tiempo, especialmente frutas con mucha vitamina A y C, que son buenas para la vista: uvas, ciruelas, cerezas, melocotones, granada… A media mañana, una rebanadita fina de pan, integral o de semillas, con atún, sardinas, jamón o queso fresco, preferentemente de cabra. Nada de chorizos ni otros embutidos. En cantidades moderadas. También me acostumbré a tomar jugos recién exprimidos, unos días de limón, otros días de naranja o pomelo.

Dejé el café con leche y todo tipo de refrescos gaseosos y azucarados. Comencé a tomar infusiones y zumos de frutas (más adelante también dejé los zumos envasados).

A mediodía y por la noche me acostumbré a tomar mucha verdura y grandes boles de ensalada variada, no solo lechuga, sino zanahoria, cebolla, tomate, semillas, aguacate… A todo lo que podía, le echaba ajo, otro alimento estrella contra la hipertensión y el colesterol. Bien aliñado con aceite de oliva virgen. La carne me la quité (salvo el jamón y algún que otro bistec a la plancha, muy puntualmente, cuando he tenido compromisos). Y el pescado, siempre a la plancha o hervido. Algunos días, blanco y otros días pescado azul (atún, sardina, jurel) que es bueno para el colesterol.
Al cambio de dieta incorporé las caminatas. Prácticamente cada día como mínimo media hora o tres cuartos. Me acostumbré a ir a pie para realizar cualquier recado o gestión que no fuera muy lejos.

Empecé a ir al mar o a parques y jardines y allí hacer ejercicios de respiración profunda. Muchas noches y muchas mañanas, a primera hora, también empecé a salir a la terraza para respirar hondo.

¿Resultado? En tres meses, bajé quince kilos de peso. En seis meses, veinte. Llegué a pesar 58 kg, mi peso ideal, de los casi 80 kg que había llegado a tener. Sin pastillas ni gimnasio, solo con caminar, respirar y comer bien. Es decir, comer sano. Mi tensión arterial bajó de 16-22 a 12,5-8. Mi colesterol se redujo a la mitad.

Esto contribuyó a que me sintiera más ligero y más sereno. Empecé a dormir mucho mejor, me levantaba mucho más fresco y despejado. Sentía una vitalidad que desde jovencito no había tenido. Aunque perdí visión, gané en creatividad y claridad mental, y esto se reflejaba en mis tareas y en mi día a día.

2 comentarios:

  1. La mayoría de la gente aún no es consciente de la importancia de una alimentación saludable.Estamos acostumbrados a una sociedad tan "materializada" que pensamos que todo se puede vender y comprar,incluso la salud.La solución no está en una pastillita milagrosa,como dice el refrán "más vale prevenir que curar" y parece que esto muchas lo olvidamos,o no interesa a las grandes industrias farmáceuticas y alimentarias que constantemente nos bombardean con todos tipo de productos para reducir la tensión,el colesterol,la osteoporosis,la ansiedad,etc...
    No es fácil cambiar de hábitos debido al bombardeo constante al que estamos sometidos.Resulta muy indignante como muchas veces nos venden la dieta mediterránea y una alimentación saludable en forma de paquetitos de basura precocinada y productos envasados...una tomadura de pelo y un negocio muy rentable para engrosar las cuentas de las grandes industrias.
    Me alegro de que este cambio de hábitos fuera tan positivo para tu salud,aunque menuda dieta Joaquín,no me extraña de que tuvieras la tensión y el colesterol por la nubes...
    Un abrazo

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  2. Joaquin muchas gracias por este escrito y la sinceridad del cambio hábitos alimenticios.
    Me ha dado fuerza para propiciar mis cambios hábitos-adictos y que cuestan mucho dejarlos, intentare en lo posible, de echo ya estoy en ello, siempre he estado, somos alumnos y siempre descubrimos cosas mejores en cada situación y momento. Un gran abrazo Joaquin

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